Por Joshua Curay[1]
Ahora ya un poco opacado por el evento deportivo más popular del mundo, la cumbre Trump- Kim se constituyó como el acontecimiento más importante de la primera mitad del año 2018. Algunos académicos incluso hablaron de un posible desenlace catastrófico y, por su puesto, alguna prensa llamó a este proceso de desaciertos mediáticos como “el inicio de la Tercera Guerra Mundial”.
En realidad, no se trata de poca cosa. El desarrollo nuclear de Corea del Norte ha cosechado avances que implican la capacidad de configurarse como una amenaza real no solo para sus vecinos, Corea del Sur y Japón; sino, incluso, para la propia potencial mundial, los Estados Unidos de América.
Este artículo se atreve a ir un poco más allá del pico visible del iceberg. Partimos desde la visión del realismo que nos permite concluir que los Estados se mueven por sus intereses y, por lo tanto, las grandes potencias actúan, directa o indirectamente, en muchos temas de relevancia política y de seguridad internacional.
Este sería el caso de los Estados Unidos de América (EEUU) y la República Popular China (China) que, actualmente, son conducidas por dos hombres que gozan de gran popularidad (positiva o negativa, incluso llegando a ser inversa en sus jurisdicciones) y poder. Entonces, lo que decidan sus respectivas administraciones afectará no solo a sus propios países sino al orden internacional[2].
El caso de los Estados Unidos
Desde que el Presidente Donald Trump asumiera el Gobierno de EEUU, el 20 de enero de 2017, ha abandonado o simplemente amenazado con abandonar varios acuerdos internacionales. Su proyecto político, llamado “America First”, ha sido calificado como producto de una ideología aislacionista y nacionalista[3]. Sin duda, las acciones de política exterior que viene ejecutando la Administración Trump provocan cierta incertidumbre. Las consecuencias de orden económico, climático y de seguridad podrían llevar a una desestabilización del sistema internacional.
Una de primeras acciones de la Administración Trump fue retirar a los EEUU del Tratado Transpacífico. Posteriormente, en el año 2017, se retiró del Acuerdo de París sobre el cambio climático y anunció el retiro de la UNESCO. Igualmente, paralizó el avance de las negociaciones en el marco del Acuerdo Transatlántico con la Unión Europea. En mayo de 2018, se sumó a estas acciones el retiro del Acuerdo Nuclear con Irán y con el grupo 5+1 (EEUU, Rusia, China, Francia, Reino Unido, Alemania). La última noticia fue el retiro del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Adicionalmente, la Administración Trump viene utilizando intensivamente no solo los tradicionales medios de comunicación, sino también las nuevas redes sociales para deslindar críticas a las Organizaciones Internacionales (ONU, OTAN, OMC, G-20, etc.), así como amenazas de retirarse del TLC – AN, con México y Canadá.
Estas acciones de política exterior, provenientes de la primera potencia global, provocan incertidumbre en el sistema internacional. Entre los aspectos que podrían generar una desestabilización del sistema internacional tenemos:
Primero, el aspecto económico. Las políticas del Presidente Trump buscan el establecimiento de relaciones comerciales bilaterales, bajo un esquema proteccionista, a fin de generar un mayor crecimiento nacional. Este esquema ha sido fuertemente criticado como “mercantilismo agresivo”[4] debido a que no solo presenta beneficios de corto plazo para el propio EEUU sino que, además, socava el orden económico internacional (institucionalizado bajo el marco de la OMC y diversos mecanismos de integración y cooperación económica), así como sus relaciones con países aliados.
En este mismo aspecto, las políticas de la Administración Trump no vienen tomando en cuenta el esquema de regulación financiera internacional, establecido por el G-20 después de la crisis de 2008-2009. El Presidente Trump en febrero de 2017 ordenó la revisión de los principios que regulan el sistema financiero estadounidense (Ley Dodd-Frank) para disminuir las cargas reglamentarias[5]. Esta acción, si bien aún dentro de su política interna, deteriora el orden financiero internacional y abre un espacio de alto riesgo para que se repitan graves problemas financieros como los originados por la crisis subprime.
Segundo, el aspecto climático. El escepticismo del Presidente Trump a los riesgos del cambio climático ha llevado al retiro de los EEUU del Acuerdo de París. Esta acción de política exterior lesiona gravemente los avances en los consensos globales sobre la materia. Los EEUU aún sigue siendo la principal potencia global y su ausencia en el acuerdo reduce el alcance de los objetivos comunes y desalienta la continuidad del debate sobre la problemática.
Tercero, el aspecto de seguridad. El retiro del acuerdo nuclear con Irán elimina el régimen establecido en una de las zonas más convulsionadas del mundo. La ausencia de reglas claras genera incertidumbre, lo que a su vez podría generar conflictos, incluso el regreso a la proliferación nuclear en la región. Este vacío en seguridad internacional afecta los demás ámbitos de la sociedad: limitación en el desarrollo económico y el fortalecimiento de la paz.
El caso de China
El caso chino es una historia completamente opuesta al estadounidense. Como potencia emergente, China viene enfrentando nuevos retos en el escenario interno y externo. En el interno, su clase media crece y consume cada vez más, de la mano con una mayor demanda de recursos naturales para su industria. En el externo, la necesidad de colocar su producción en nuevos mercados extranjeros y sus ambiciones en Política Exterior para ser considerada la nueva potencia global en un sistema internacional multipolar.
Bajo este contexto, el Presidente Xi Jinping lanzó la iniciativa “una franja, una ruta” definida como “la conectividad global a través de la creación de una intensa red ferroviaria y de carreteras, puertos y aeropuertos que faciliten los intercambios y el movimiento de mercancías y pasajeros, además de gasoductos y oleoductos para el transporte energético y tendidos de fibra óptica para impulsar el desarrollo de los países”[6]. Esta iniciativa tiene, también, una aproximación con América Latina, a través del financiamiento de infraestructura, como el Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración (CFBI).[7]
El Gobierno chino ha definido “Cinco Principios de Coexistencia Pacífica” como valores fundamentales de “una franja, una ruta” en lo que llaman “mundo armonioso” y “gobernanza global”: (1) respeto mutuo a la soberanía e integridad territorial; (2) acuerdo mutuo de no agresión; (3) acuerdo mutuo de no intervención en los asuntos internos; (4) igualdad y el beneficio mutuo; (5) coexistencia pacífica.
Lo que resulta interesante de analizar en el caso chino es su vocación para una aproximación diferenciada y especializada. Por ejemplo, China ha elaborado dos documentos oficiales sobre su proyección a América Latina en el 2008 y en el 2016, en la cual nos dejan los siguientes elementos, graficados en la expresión 1+3+6: una cooperación con tres motores (comercio, inversión y finanzas) y en seis sectores (energía y recursos, infraestructura, agricultura, manufactura, innovación científica y tecnológica, y tecnologías informáticas).[8]
¿Un nuevo orden internacional?
En conclusión, los grandes actores internacionales, tal vez los más importantes en la actualidad, están demostrando políticas bastante diferentes. Por un lado, tenemos a los EEUU que empieza a contraerse y concentrarse en sus intereses nacionales, restringiendo su proyección e involucramiento con la comunidad internacional. Por otro lado, tenemos a una China que declara abiertamente tener un rol relevante en la configuración de las reglas de juego a nivel global y que, además, ostenta valores con un carácter universal: “mundo armonioso” y “gobernanza global”.
Incluso, si volvemos al caso de Corea del Norte, oficiales chinos han declarado que los compromisos responden a las sugerencias de China, relativas a “congelar” las acciones coreanas (desarrollo nuclear) y estadounidenses (ejercicios militares conjuntos con Corea del Sur). Lo que sí es un hecho es que se dieron dos entrevistas entre Xi y Kim previamente a la cita con Trump.
Finalmente, ¿qué significa una transición en el orden internacional? Básicamente que nos encontramos en un periodo donde se pueden redefinir las fuerzas y, por ende, las reglas de juego. Sin embargo, nunca resulta sencillo cuando se dan cambios. ¿Los vacíos de poder que está dejando EEUU serán aprovechados por China – exitosamente? Si la respuesta es sí, los demás actores internacionales tendrán que tener en consideración la configuración de reglas de juego con un espíritu chino. Si la respuesta es no, por voluntad de China (poco probable) o por la capacidad de China (si falla la estrategia de una franja, una ruta), nos estaremos acercando a problemas bastante conocidos.
Por ejemplo, el desastre de los años treinta se debió, justamente, a que los EEUU no tuvo la voluntad de responsabilizarse de su liderazgo global, dejando de lado los bienes públicos necesarios para la estabilización de la economía global. El sistema internacional a través de sus diversas instituciones y foros informales (como el G-20) ha venido edificando de manera progresiva, y tal vez imperfecta, un orden internacional. Se requiere a la primera potencial global para continuar con dicho camino y tratar de no repetir los errores del pasado. Si EEUU continúa con una política exterior de contracción, entonces la responsabilidad caerá en China y los demás actores deberemos estar preparados para este escenario y sus posibles consecuencias, tanto positivas como negativas.
Notas del autor:
[1] Segundo Secretario del Servicio Diplomático de la República del Perú. Autor del Libro: “Los Intereses Nacionales de la República de Corea y su relación con el Perú” (2018). Magíster en Relaciones Exteriores y Diplomacia por la Academia Diplomática del Perú y Licenciado en Ciencias Administrativas con especialidad en Negocios Internacionales por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas – UPC. Cuenta con estudios del idioma coreano en la Universidad Kyung Hee – Seúl, República de Corea; y un Posgrado en Derecho de los Negocios Internacionales y de las Inversiones en la Universidad del Pacífico. En el Ministerio de Relaciones Exteriores ha sido Coordinador de la Dirección General de Comunidades Peruanas en el Exterior y actualmente presta servicios como Cónsul Adscrito del Perú en Bruselas, Reino de Bélgica.
[2] El Orden internacional es la configuración temporal del poder, surgida de las relaciones entre los actores, que permite cierta gobernabilidad en el Sistema Internacional. En: Alcalde, J. (2009). La pugna por un nuevo Orden Internacional. Lima: PUCP.
[3] Naves, M. (2018). Géopolitique des États – Unis. Francia : Groupe Eyrolles. Pág. 35.
[4] Ordoñez, I. (2017). El G-20 en la era Trump. España: Libros de la Catarata. Pág. 213.
[5] Ordoñez, I. (2017). El G-20 en la era Trump. España: Libros de la Catarata. Pág. 214
[6] Higueras, G. (enero/febrero, 2018) “China se prepara para su gobernanza global”. Política Exterior. N° 181, Vol. XXXII, Pág. 69
[7] Adins, S. (2016). La Ferrovía Transcontinental Brasil-Perú: contexto, efectos económicos y geopolítica. En: Las Relaciones de China con América Latina y el Ferrocarril Bioceánico Brasil-Perú. Lima: Sociedad Peruana de Derecho Ambiental.
[8] Novak, F. (2016). Las relaciones bilaterales entre el Perú y la República Popular de China (2006-2016). En: Las Relaciones de China con América Latina y el Ferrocarril Bioceánico Brasil-Perú. Lima: Sociedad Peruana de Derecho Ambiental.