El 28 de abril fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo, esta declaración se realizó en 1996 con la finalidad de honrar la memoria de los trabajadores fallecidos y heridos víctimas de los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales, y desde el 2015 forma parte del objetivo número 8 ( trabajo decente y crecimiento económico) uno de los 17 objetivos globales definidos por Naciones Unidas en su Agenda para el 2030 que abordan los mayores retos de la humanidad desde una perspectiva global y transversal.
Tiempo después la Organización Internacional del Trabajo (OIT), como parte de su estrategia global en materia de Seguridad y Salud en el Trabajo, elige, desde el 2003, el 28 de abril para promover la prevención de los accidentes del trabajo y las enfermedades profesionales, convirtiéndose esta celebración en una herramienta importante para sensibilizar y generar conciencia a nivel internacional de cómo realizar el trabajo de manera segura y saludable, y para estimular el diálogo tripartito sobre la importancia de la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST), todo hacia un fin común ayudar a reducir el número de muertes y lesiones relacionadas con el trabajo.
Y es que existe una realidad que no se debe ocultar, el director de la Oficina de País de OIT actualmente para México, Pedro Furtado de Oliveira, reveló en una conferencia en argentina en abril del 2019 que “mueren 7.600 personas por día en el mundo como consecuencia de accidentes de trabajo o enfermedades profesionales”, ello hace un total de 2’736,000 millones de muertes al año en el mundo. Toda persona tiene derecho a regresar a su casa vivo y sano después de un día de trabajo, es necesario por ello tomar conciencia que los accidentes o enfermedades ocupacionales NO son hechos imprevisibles de la naturaleza, sino por el contrario son hechos totalmente previsibles, pero para ello primero se debe tomar conciencia, de ahí la importancia de generar esta cultura en materia de seguridad y salud que promueve la OIT.
En tal sentido, cada uno de nosotros es responsable de frenar muertes y lesiones en el trabajo. Los gobiernos deben proporcionar la infraestructura (leyes y servicios) necesaria para garantizar que los trabajadores cuenten con un sistema de seguridad y salud en el trabajo, y para ello, a través del servicio de inspección de cada país, hacer cumplir la legislación y política de seguridad y salud en el trabajo. Las empresas son responsables de garantizar que el ambiente de trabajo y sus condiciones sea seguro y saludable, y como trabajadores, tenemos la responsabilidad de trabajar de manera segura y protegernos y no poner en peligro a otros, conocer nuestros derechos y deberes y participar en la implementación de medidas preventivas y correctivas.
Ahora bien, la celebración por parte de la OIT de este día consiste en una campaña anual internacional, de tal manera que año tras año la OIT incorpora un lema que va a guiar las campañas y acciones del año, y el foco para el 2021 de acuerdo a la OIT es la generación de una cultura resilente: “Anticiparse a las crisis, prepararse y responder: Invertir hoy en sistemas resilientes de seguridad y salud en el trabajo”.
Desde que la pandemia de COVID-19 irrumpió como crisis sanitaria y por ende en una crisis económica mundial a principios de 2020, ha tenido profundas repercusiones en todo el mundo y ha llevado a enfrentarse a retos sin precedentes. En el trabajo ha incidido en casi todos los aspectos, desde el riesgo de transmisión del virus en los lugares de trabajo hasta los riesgos en materia de seguridad y salud que generan las mismas medidas implementadas para mitigar la propagación del virus. De la misma manera, la reorientación hacia nuevas modalidades de trabajo, como la generalización del teletrabajo, ha planteado riesgos potenciales para la SST, en particular riesgos psicosociales y de violencia.
Por ello, para el 2021 el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo se centra en potenciar los elementos de un sistema de Seguridad y Salud en el Trabajo (SST), con el fin de desarrollar resiliencia en las personas, empresas, organizaciones y estado para hacer frente a las crisis, aprovechando las enseñanzas y las experiencias obtenidas del mundo del trabajo.
El vocablo “resiliencia” proviene de la palabra latina “resilio”, que significa volver atrás, volver en un salto, rebotar. El término fue adaptado a las Ciencias Sociales para caracterizar a las personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de adversidad, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos.
Así pues, se define la resilencia como “una capacidad universal que permite a una persona, grupo o comunidad prevenir, minimizar o superar los efectos perjudiciales de la adversidad” (The International Resilience Project, Canadá 1996).
Podemos concluir entonces que la resiliencia es un conjunto de habilidades innatas y adquiridas, para afrontar adecuadamente situaciones adversas, estresantes y/o situaciones de riesgo. De este modo la resiliencia potencia las habilidades protectoras y reduce la vulnerabilidad frente a las situaciones de riesgo.
Precisar que la resiliencia representa también la capacidad de anticipar y gestionar el riesgo de un modo efectivo, mediante la adecuación de los sistemas, los procesos y las acciones para garantizar su funcionamiento, aunque el entorno sea cambiante. De este modo, tiene tres significados:
- Es la habilidad para impedir que se produzca algo malo
- La habilidad para evitar que algo malo se convierta en algo peor
- O la habilidad para recuperarse de algo malo una vez que ha ocurrido
Entonces el reto propuesto por la OIT para el 2021 mediante una cultura resiliente “Anticiparse a las crisis, prepararse y responder” es un objetivo totalmente viable, pero se requiere preparación, brindar respuestas a tiempo y en forma precisa, a través de un método y una cultura eficiente en materia de Seguridad y Salud en el Trabajo.
En el contexto peruano, las organizaciones NO suelen tener presente, de forma clara, el tema de resiliencia. En una investigación que realizó la consultora Ernst & Young (2015) con una muestra de 1196 encuestados con cargos gerenciales y algunos ejecutivos de auditoría determinó que menos del 50% de las empresas peruanas cuentan con personal que identifica, evalúa y desarrolla planes para gestionar los riesgos y contingencias, por lo que es probable que estas empresas enfrenten dificultades para el manejo de situaciones adversas o crisis. Es posible que la coyuntura actual de la pandemia haya mejorado estás cifras, pero todavía no hay estudios en ese sentido, de ahí la importancia de sumarnos al lema de la OIT para el 2021, tomando conciencia y fomentando una cultura de resilencia en nuestras empresas y en nuestros trabajadores. Sin embargo, una noticia alentadora es que desde el 2018 a la actualidad la SUNAFIL ha verificado mejoras significativas en la gestión de SST por parte de los empleadores, entrega de EPP y capacitación a los trabajadores (fuente MTPE)
El contexto normativo
La resilencia no es un tema nuevo, es más está presente en estándares internacionales anteriores a la pandemia, ello empezó, más o menos, a raíz del ataque terrorista sufrido por los Estados Unidos que ocasionó la destrucción de las Torres Gemelas y la muerte de miles de personas. El mundo entero vio como uno de los países con uno de los sistemas más avanzado en seguridad y salud, veía vulnerable todo su sistema.
Después ha habido todo tipo de catástrofes naturales, humanas y financieras que han hecho ver a las organizaciones de todo tipo que, para asegurar la continuidad de su negocio o de sus procesos, deben estar preparadas.
Con la ISO 31000 (International Organization for Standardization), y el resto de normas de la familia de la gestión del riesgo, pone las bases para que las organizaciones tengan sistemas preparados preventivamente ante posibles amenazas, pero también ante nuevas oportunidades, pues el riesgo ahora es: “el efecto de la incertidumbre”, una desviación que puede ser, positiva o negativa con respecto a lo previsto.
La ISO 22301 nos brinda lineamientos para dar tratamiento a los efectos adversos de estos eventos catastróficos y permite la continuidad de las actividades y negocios.
Y recientemente la ISO 45001 permite un incremento de la resiliencia organizacional a través de la prevención proactiva del riesgo, la innovación y la mejora continua.
Finalmente, sólo decirles que la seguridad y la salud es tarea de todos y en la actual crisis creo hemos aprendido a la mala la importancia de ser nosotros mismos fuente para nuestra seguridad, previniendo y controlando riesgos mediante el cumplimiento de las medidas adecuadas de bioseguridad. De tal manera, que todos, gobiernos, empleadores, los trabajadores y demás personas tienen un papel fundamental en la lucha contra la crisis del COVID-19.