La mañana de ayer, miércoles 31 de agosto de 2016, el Senado brasileño aprobó la destitución de Rousseff del cargo de Presidenta de la República Federativa, con 61 votos a favor y 20 en contra, sin abstenciones.
Rousseff, quien estuvo en el poder desde el 1 de enero de 2011, fue suspendida en mayo de este año para ser juzgada por la violación de normas fiscales: maquillar el déficit presupuestal para asegurar su reelección en 2014 y continuar con esa práctica al año siguiente.
Por su parte, el Senado deberá votar para decidir si la ex mandataria es inhabilitada para ejercer cargos públicos.
El relevo lo toma Michel Temer, quien sustituyó a Rousseff como presidente desde su suspensión en mayo y permanecerá a cargo del gobierno brasileño hasta finales de 2018.
Temer, líder del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, de centro derecha, prestará juramento ante el Parlamento antes de viajar a China para participar en La Cumbre del G20 el fin de semana, donde pretende participar ya con el título oficial de presidente.
Rousseff es la segunda presidenta destituida desde el regreso a la democracia en Brasil ocurrida el año 1985. Fernando Collor de Mello, actual senador, y quien estuvo a favor del impeachment (juicio político) de Rousseff, también fue sometido a juicio político en 1992, pero renunció antes de que este finalizara.
De esta manera, la destitución termina con el caos político que desde hace nueve meses mantiene en tensión a la mayor economía de América Latina, la cual se encuentra encaminada a su peor pérdida de riqueza en 80 años y que tiene a los principales partidos embarrados en causas de corrupción.
