El pasado viernes 27 de abril del 2017, el Presidente de Corea del Norte, Kim Jong – Un, cruzó el paso fronterizo para llegar a Corea del Sur y así firmar un consenso de desnuclearización con su par, el Presidente Moon Jae – In.
El encuentro se inició con un traslado en caravana y terminó con una caminata a pie entre los dos mandatarios para luego ingresar a la Casa de la Paz, en Panmunjom, una zona desmilitarizada que se encuentra entre ambos países y que también fue el lugar donde se firmó el Armisticio de 1953 para poner fin a la Guerra de Corea.
El documento llamado “Declaración de Panmunjom para la Paz, la Prosperidad y la Unificación de la Península Coreana”, expresa que los líderes “declaran solemnemente ante 80 millones de coreanos y ante todo el mundo, que no habrá más guerra en la Península Coreana y que una nueva era de paz ha comenzado”.
La guerra de Corea nunca había terminado, técnicamente. Se saldó con un armisticio, firmado entre el Norte, sus aliados chinos y el mando de la ONU encabezado por EEUU: un armisticio del que se esperaba que tuviera carácter temporal pero que ha continuado, con mayor o menor fragilidad, hasta nuestros días.
“Estamos viendo maneras de cambiar el armisticio en la península coreana a un régimen de paz”, ha declarado un alto funcionario a los medios en Seúl, con la condición del anonimato. Formalizar ese cambio se topa con un escollo: el Sur no fue un firmante directo de aquella tregua, sino la formaba parte del mando de la ONU. Para rubricar un tratado de paz formal habría que contar con el resto de países que combatieron en aquella guerra, principalmente Estados Unidos. Para un acuerdo entre el Norte y Sur sería un primer paso importante. “Hay posiciones diferentes acerca de si el armisticio puede convertirse en un régimen de paz con solo un acuerdo intercoreano”, ha dicho el alto funcionario, citado por el digital NK News. “Un acuerdo trilateral o cuatripartito es posible, si es necesario”.
Si bien ninguna de las dos naciones compartió medidas concretas para el desarme, la cercanía diplomática se confirma ya que está previsto que Moon Jae – In viaje este año a la capital de Corea del Norte, Pyongyang. Por su parte, Kim Jong – Un aseguró que aceptaría una invitación de parte de Jae – In para visitar Corea del Sur.
También se espera que se le ponga fecha a una segunda cumbre entre ambos países, que se especula sería en el 2019. La cumbre entre Kim y Moon será la primera en dos décadas entre los líderes de las dos Coreas. El líder norcoreano, en el poder desde el año 2012, recibirá al presidente surcoreano en la capital de su país. La reunión se convirtió en el último episodio de un deshielo en las relaciones entre ambos países y sus aliados. Con la invitación, Kim espera una reducción generalizada de las tensiones tras un 2017 en el que mantuvo al mundo en vilo por los ensayos nucleares y sus amenazas a Occidente.
La reunión entre los líderes coreanos será también la antesala de la esperada cumbre entre Corea del Norte y Estados Unidos, la primera en más de 50 años de confrontación. Fuentes oficiales de la Casa Blanca confirmaron que la reunión entre Donald Trump y Kim Jong-Un, al menos por ahora, está confirmada y se están ultimando los detalles para el encuentro.
“Solo puedo confirmar que el gobierno de Estados Unidos está comprometido en las conversaciones con Corea del Norte sobre nuestro próximo encuentro“, dijo en Washington la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert. Cuando la cumbre se anunció en marzo —a través de Corea del Sur— se dijo que se realizaría hacia finales de mayo, pero el lunes Trump dijo que el encuentro con el líder norcoreano sería en “mayo o a inicios de junio”.