“¡Ya estamos completos!” o “¡ya estamos todos!” gritábamos durante toda la semana cuando se confirmó que Paolo Guerrero podría jugar en el Mundial Rusia 2018. No obstante, esto no era cierto. Eyvi Ágreda, una de las tantas víctimas del machismo, había fallecido. Hoy, en pleno Mundial, vemos como un hincha peruano se “aprovecha” del desconocimiento del idioma castellano de una hincha rusa y como otro quiere forzarla a bailar o incluso hasta besarla. ¿El machismo también es “marca Perú”?
No quiero entrar a discusiones sociológicas o de otro tipo sobre lo que se puede considerar como machismo. Creo que, como la homofobia, el machismo es una de las más nefastas mentalidades en el mundo. Y por mentalidad(es) me refiero a esas visiones del mundo en base a actitudes colectivas inconscientesque, a través del rechazo y la negación, definen lo “normal” en una perspectiva de larga duración[1]. Lo “normal” para la mentalidad machista es que la mujer “vale menos”, es “el sexo débil”, “no puede tomar decisiones”, “su opinión no importa” o incluso, como lo demuestran los casos de feminicidios que agobian a nuestro país, que su vida no vale nada porque, como una “cosa”, es “de propiedad” del hombre. Lo peor de todo es que no es exclusiva de los hombres pues también hay mujeres con mentalidad machista.
El Derecho, por cierto, no es ajeno a la mentalidad machista, que a nadie le quepa la menor duda que es una construcción social e histórica que ha sido confeccionada por hombres y para hombres. La participación política y jurídica de la mujer es muy reciente. Y créanme que se nota en el tipo de leyes que tenemos (por ejemplo, que primero vaya el apellido paterno y luego el materno; por ejemplo, en los argumentos que buscan impedir abortos como el terapéutico o el aborto en casos de violación). No obstante ello, hoy por hoy podemos afirmar que la mentalidad machista es inconstitucional.
Cuando señalo que el machismo es inconstitucional lo digo en el sentido más amplio posible. La mentalidad machista, institucionalizada en nuestro país, trae serias consecuencias: que no todas las personas seamos tratadas de forma digna (vulnerando así el art. 1° de la Constitución); y al practicarlo, genera discriminación (vulnerando así el art. 2° de la Constitución), negándole oportunidades y derechos a las mujeres por el solo hecho de ser mujeres, o incluso, quitándoles la vida. Estas consecuencias son claramente injustas. Deberían repugnar a la idea misma de “Derecho” y de “justicia” que una mujer, por el solo hecho de ser mujer, sea infravalorada. Lamentablemente, ello es una consecuencia de la mentalidad machista.
Sin duda alguna que hay diferencias entre hombres y mujeres. Nadie las niega. Pero esas diferencias, muchas de ellas solo construcciones sociales, no pueden trasladarse a que el hombre tenga una posición hegemónica que genere desigualdad (en estricto, discriminación).
Esta mentalidad, como actitud colectiva de la sociedad, incluye precisamente a los denominados “roles de género”. “La mujer tiene que cuidar a los hijos”, “La mujer debe ser sumisa”, “La mujer no se mete a «temas de hombres»”; ¿Lo notan? No hay ninguna razón válida para sostener esas afirmaciones (mucho menos jurídica). Todas son construcciones sociales y culturales que deben cambiar con una educación con enfoque de género. Es un proceso largo y requiere una “formación continua” de todos y todas, nadie se libra de la mentalidad machista. En algún momento aflora, pero lo importante es tomar consciencia de ello y sacarle una tarjeta roja.
La educación con enfoque de género es plenamente conforme con la Constitución y el bloque de constitucionalidad. Busca hacer efectivas las disposiciones jurídicas (¡en algo avanzamos!) de los tratados internacionales sobre derechos humanos y de nuestras propias normas sobre igualdad entre hombres y mujeres. Es importantísimo que niños y niñas aprendan a respetarse y a que tienen las mismas oportunidades y pueden desarrollar las mismas actividades, con las mismas expectativas de éxito y reconocimiento social. Ningún padre o madre (como los de #ConMisHijosNoTeMetas) puede ir contra esa política pública.
Que la alegría de haber retornado a un Mundial después de 36 años no nos haga olvidar que hasta ahora tenemos pendiente ganar un muy importante partido: El que libramos para combatir y erradicar el machismo, que tantas vidas trunca y niega. El Derecho convencional y constitucional no admite el machismo.
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[1] El historiador Michel Vovelle nunca llega a dar una definición clara de lo que es una mentalidad, por lo que lo realizado para obtener el concepto ha sido integrar todas las características de “mentalidad” que el autor brindó. Ver: VOVELLE, Michel. “Aproximación a la historia de las mentalidades colectivas”. Lima: Universidad de Lima, Facultad de Ciencias Humanas. 1991. pp. 10-26. Estudié el tema por un trabajo académico que realicé sobre la mentalidad homofóbica en el Perú.