El 25 de mayo, George Floyd fue arrestado por los oficiales de policía Derek Chauvin,Thomas Lane, J. Alexander Kueng y Tou Thao. De acuerdo a diversas investigaciones, entre ellas la de la BBC, Floyd, que residía en Minneapolis, Minnesota, había acudido a una tienda de abarrotes, Food Cups, y, al comprar un paquete de cigarrillos, pagó con un billete falso. El empleado de la tienda siguió el protocolo normal, y avisó a la línea de emergencia, 911. De acuerdo a la transcripción de la llamada, el empleado indicó que Floyd se había negado a devolver los cigarrillos, y parecía estar en estado de ebriedad.
Dos oficiales llegaron al lugar alrededor de 10 minutos después, y encontraron a Floyd sentado en un auto. Thomas Lane sacó su arma y le ordenó a Floyd descender el vehículo. Esto, de por sí, es sumamente irregular, ya que un policía solo debería usar su arma en casos de legítima defensa, y ningún informe da cuenta de que se haya suscitado un caso así. El informe de la fiscalía da cuenta de que Lane forzo a Floyd a descender del vehículo, y este se resistió a ser esposado. Una vez que lo esposaron, los oficiales lo forzaron a ingresar al vehículo policial, es aquí que inició un forcejeo que derivó en la muerte de Floyd.
Floyd se negaba a ingresar al vehículo, señalando que era claustrofóbico. En ese momento, y producto del forcejeo, Floyd cayó al suelo, y el oficial Chauvin presionó su rodilla contra el cuello de Floyd para inmovilizarlo. Se mantuvo así por un lapso de 8 minutos y 46 segundo, tiempo en el cual Floyd repetía “I can’t breath” (no puedo respirar). Los oficiales Lane y Kueng también presionaron a Floyd contra el pavimento para evitar que se resistiera. Producto de ello, George Floyd falleció.
Su fallecimiento llevó a que la población volviera a poner sobre la mesa temas como el racismo y el abuso policial contra la población afroamericana. Además, permitió al movimiento Black Lives Matter (BLM), que se formó en el 2013 para protestar por la liberación de un policía blanco que asesinó al adolescente afroamericano Trayvon Martin, iniciar marchas, que luego se volvieron multitudinarias, para reclamar por el respeto y la dignidad de las personas afroamericanas, así como sus derechos humanos básicos. Además, una de las campañas que más se replicó “Blackout”, en el que las personas compartían una imagen de un fondo negro, en solidaridad por las vidas.
Sin embargo, todas estas marchas y formas de protesta recibieron muchas críticas. La más importante señalaba que “All Lives Matter” (Todas las vidas importan). Y lo cierto es que este eslogan tiene razón, pues todas las vidas importan. Sin embargo, considero que Black Lives Matter no busca negar esto, sino que busca poner de manifiesto un problema inherente a muchas sociedades (incluida la sociedad peruana): el racismo inherente.
Es por eso que, en este artículo, quiero señalar por que es importante resaltar, hoy más que nunca, que las vidas de las personas afroamericanas importan (sin desmerecer ni restar la importancia de otros grupos). Para ello, empezaré por explicar brevemente algunos puntos sobre el derecho a la no discriminación, desde el punto de vista de la interseccionalidad. Una vez hecho esto, procederé a explicar por qué la vida, la dignidad y los derechos de las personas afroamericanas importan y adquieren especial relevancia en este contexto.
I. No Discriminación e Interseccionalidad:
El artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos señala que “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.”[1] Esta garantía detalla que todas las personas gozamos de los mismos derechos, y prohíbe que se haga una distinción basada en la raza, sexo (o género), idioma, religión, opinión política, origen nacional o social, posición económica, o cualquier otro estatus social. [2]
El Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos aborda el concepto de discriminación de modo muy similar, ya que garantiza la igualdad de derechos sin distinciones injustificadas.[3] Sin embargo, ninguno de los documentos brinda una definición de qué debe entenderse como discriminación.
Por ello, el Comité de Derechos Humanos (no confundirlo con el Consejo de Derechos Humanos), en su Observación General No. 18, detalló que la discriminación debe entenderse como una distinción, exclusión o restricción sobre la base una causa prohibida por el artículo 2 del Pacto Internacional, que tenga el propósito de limitar el acceso o disfrute de los derechos humanos.[4] Por ejemplo, un caso de violencia contra la mujer es un acto discriminatorio, ya que es una acción restrictiva que limita el disfrute del derecho a la salud.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando una acción discriminatoria se encuentra sustentada en dos o más causas? Pongamos un ejemplo muy frecuente en la sociedad peruana: cuando se dice “eres un negro cochino”, se le discrimina por raza y por nivel socioeconómico (entiéndase que, por falta de agua, no puede acceder a servicios higiénicos). ¿Cómo se abordar ese caso?
En 1991, la abogada y activista afroamericana Kimberlé Crenshaw dio una respuesta a esta pregunta, a través de la teoría de la interseccionalidad. Crenshaw sostuvo que la discriminación ocurre en múltiples niveles, justamente en la intersección de dos o más categorías sociales de poder, dominación u opresión.[5]
Crenshaw señala que las personas nos caracterizamos por pertenecer a diferentes categorías sociales (género, etnia, nivel socioeconómico, etc.). En esta línea, es posible que una persona experimente múltiples formas de discriminación por pertenecer a estas diferentes categorías sociales, a lo que llamó discriminación interseccional. Y es justamente esta forma de discriminación la que causa mayores perjuicios, pues refuerza las diversas formas de opresión que causan impactos duraderos en la persona.
II. Discriminación contra la población afroamericana en Estados Unidos:
La discriminación ha sido y sigue siendo en muchas sociedades, un problema sistémico. Desde el fin de la guerra de secesión, y la reconstrucción americana, se pusieron en marcha una serie de leyes conocidas como “Leyes de Jim Crow”. Estas leyes defienden la idea de la segregación racial en instalaciones públicas, y se aplicaban directamente a los afroamericanos y otros grupos étnicos no blancos. Estas leyes fueron finalmente confirmadas por la Corte Suprema de los Estados Unidos, a través del caso Plessy v. Ferguson (1896) en el que se declaró constitucional la segregación en espacios públicos, bajo la doctrina de “Separados, pero iguales”.[6]
Este tratamiento no solo llevó a la separación física, sino que agudizó la brecha económica y social, ya que los afroamericanos y otros grupos étnicos minoritarios se vieron forzados a vivir en zonas marginales, con pocas o nulas posibilidades de acceder a un sistema de salud mínimamente adecuado. Lo mismo sucedió en el ámbito educativo, puesto que los afroamericanos sólo podían estudiar en instituciones para personas negras, y en muchos casos ni siquiera podían estudiar. En otras palabras, estas leyes causaron discriminación claramente interseccional, ya que reforzaron no sólo la opresión física (al vivir en espacios poco adecuados, o incluso ser víctimas de violencia), sino también educativa (sólo podían estudiar en instituciones separadas) y económica (sólo podían tener ciertos trabajos).
En 1954, la Corte Suprema revocó el fallo de Plessy v. Ferguson a través del caso Brown v. Consejo de Educación de Topeka. En este caso, la Corte Suprema, amparándose en la cláusula de Protección Igualitaria de la Decimocuarta Enmienda, declaró que las leyes que establecen la separación de escuelas para estudiantes afroamericanos y blancos negaban la igualdad de oportunidades educativas.[7] Es decir, este fallo eliminó las causas de la discriminación interseccional, y se constituyó en un paso importante para alcanzar la igualdad y los derechos civiles.
Sin embargo, los efectos de esa discriminación interseccional, ese racismo inherente y las desigualdades creadas por las leyes de Jim Crow aún se sienten hasta ahora. Por ejemplo, en el 2017, la Reserva Federal de los Estados Unidos publicó una nota en la que señalaba que los hogares de familias afroamericanas tienen un patrimonio neto, en promedio, 10 veces menor al de las familias blancas. En cifras, el patrimonio neto de una familia blanca es de US$933,700, mientras que el de una familia afroamericana es de US$138,000.[8]
Por otro lado, la ONG Mapping Police Violence señala que, durante el 2019, el 24% del total de muertes a manos de la policía fueron personas afroamericanas (259 personas), aunque la población afroamericana solo constituye el 13% del total en Estados Unidos.[9] Asimismo, el Pew Research Center senala en una investigación del 2019, que 44% de personas afroamericanas entrevistadas para dicha investigación señalaron que fueron detenidos injustamente por su raza.[10]
En otra línea, en Febrero de 2019, el Departamento de Educación publicó un informe detallando que el 31% de niños afroamericanos viven en situación de pobreza, y solamente el 15% de estos niños tiene acceso a la educación primaria. Ademas, el 58% de ninos afroamericanos solo puede ingresar a instituciones educativas públicas en donde predomina una población étnica casi igual.[11]
Además, en una investigación del 2015, se reportó que los miembros de pandillas juveniles son hispanos o afroamericanos, y usualmente vienen de familias monoparentales que viven bajo la línea de pobreza.[12]
Todas estas cifras llevan a pensar que, aunque las leyes de segregación fueron derogadas, las desigualdades que estas crearon aún existen, y persisten en la sociedad americana, creando nuevas formas de discriminación interseccional, como en el caso de aquellos afroamericanos que se unen a las pandillas. Estas cifras reflejan claramente cómo los afroamericanos enfrentan situaciones de exclusión y/o restricción, que limitan e interfieren con su pleno disfrute de derechos, tal y como se aprecia en los casos de violencia policial.
Por eso, es perfectamente posible afirmar que las personas afroamericanas se enfrentan a una fuerte desigualdad educativa, económica y también social, por lo que es totalmente posible afirmar que enfrentan un riesgo mayor al de otros grupos étnicos dentro de Estados Unidos. Esto es justamente lo que busca resaltar Black Lives Matter: poner sobre la mesa todas las formas de discriminación interseccional que enfrenta la población afroamericana. Como dijo Barack Obama, hacer énfasis en Black Lives Matter no significa desmerecer que las otras vidas no importan, sino que resalta los diversos problemas que enfrentan los afroamericanos.[13]
III. Breves conclusiones:
El movimiento Black Lives Matter no busca restarle importancia a las situaciones de discriminación que enfrentan otros grupos étnicos, muy por el contrario, reconoce el racismo y las desigualdades que enfrentan. Pero este movimiento si busca poner énfasis en las situaciones de discriminación interseccional que enfrenta la población afroamericana, que los coloca en una situación de particular vulnerabilidad.
La muerte de George Floyd, aunque trágica, creo que sirvió para un propósito mayor: volver a poner el dedo en la llaga sobre estas situaciones de discriminación interseccional que experimenta la población afroamericana. Y debe servir para que los políticos tomen acción y aborden las causas de esa discriminación en todas sus intersecciones. Sólo así se podrá crear una sociedad realmente igual, en la que todos gocen plenamente de sus derechos.
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[1] Declaración Universal de los Derechos Humanos. Resolución 217 A (III) de la Organización de las Naciones Unidas, París, Francia, 10 de diciembre de 1948.
[2] Donelly, J. (2013). Universal human rights in theory and practice (3.a ed.). Cornell University Press.
[3] Ver Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, art. 2.1, 16 de diciembre de 1966, 999 U.N.T.S. 172.
[4] Comité de Derechos Humanos, Observación General No. 18: No Discriminación, CCPR/GEC/6622 (1989).
[5] Crenshaw, K. (1991). Mapping the Margins: Intersectionality, Identity Politics, and Violence against Women of Color. Stanford Law Review, 43(6), 1241-1299. https://www.jstor.org/stable/1229039?seq=1
[6] 163 U.S. 537.
[7] 347 U.S. 483.
[8] The Fed – Recent Trends in Wealth-Holding by Race and Ethnicity: Evidence from the Survey of Consumer Finances. (27 de septiembre de 2017). Board of Governors of the Federal Reserve System. https://www.federalreserve.gov/econres/notes/feds-notes/recent-trends-in-wealth-holding-by-race-and-ethnicity-evidence-from-the-survey-of-consumer-finances-20170927.htm.
[9] National Trends. (2019). Mapping Police Violence. https://mappingpoliceviolence.org/nationaltrends.
[10] DeSilver, D. (3 de junio de 2020). 10 things we know about race and policing in the U.S. Pew Research Center. https://www.pewresearch.org/fact-tank/2020/06/03/10-things-we-know-about-race-and-policing-in-the-u-s/.
[11] The Condition of Education – Preprimary, Elementary, and Secondary Education – Elementary and Secondary Enrollment – Racial/Ethnic Enrollment in Public Schools – Indicator May (2020). (Mayo de 2020. National Center for Education Statistics. https://nces.ed.gov/programs/coe/indicator_cge.asp.
[12] Pyrooz, D. C., & Sweeten, G.,(2015). Gang membership between ages 5 and 17 years in the United States. Journal of Adolescent Health, 56(4), 414-419. doi:10.1016/j.jadohealth.2014.11.018.
[13] President Obama defends Black Lives Matter movement. (23 de octubre de 2015). CBS News. https://www.cbsnews.com/news/president-barack-obama-defends-black-lives-matter-movement/.